“No me sentía preparada para hacer un espacio en mi corazón a nadie, no quería complicarme introduciendo un hombre a mi rutina, a mi casa y mi cama, no deseaba desvelarme conversando sobre tonterías para luego despertarme cansada, ni estaba en mis planes emocionarme y preocuparme por los logros y los problemas de una persona interesada en devorarme sexualmente… No quería soñar despierta en horas laborales, ni pretendía humedecerme fantaseando en el baño, a la hora del almuerzo.
Pero sucedió. Él se fue apoderando de mis pensamientos y mis sonrisas, de a poco, con perseverancia, consiguió hacerse un lugar en mi agenda para ir adquiriendo mi atención y el resto se fue dando de manera natural y progresiva…
Me conquistó, de todas las formas posibles, me cautivó con su inteligencia, me atrapó como a una mosca en las redes de su encanto y sin miramientos, probó el sabor de mi cuerpo hasta saciarse.
No me sentía preparada para una relación formal pero me enamoró y no hubo forma de resistirse a la oportunidad de felicidad que traía consigo…”

Olivia Ismael.

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