La importancia de un simple saludo

Hola… Viajaremos el día de hoy a un bellísimo país nórdico llamado Dinamarca cuya capital es Copenhague, creo que significa la “casa del pescador”.

En esta ciudad hay un importante camal que distribuye carnes para toda la nación. Tiene alrededor de 200 operarios entre gerentes, mandos medios y auxiliares. Uno de los operarios unos minutos antes de la hora de salida, tenía que ir a uno de los frigoríficos donde almacenan la carne para constatar una etiqueta, pero sucede algo que si bien es verdad rara vez acontece, sin embargo en esta oportunidad sí sucedió. Las puertas del frigorífico se abren y se cierran desde afuera, por lo que el operario al ingresar a ese lugar y por no ser habitual para él, no supo asegurarse y la puerta se cerró. Los gritos no se hicieron esperar, pero a la verdad que en ese momento solo un milagro podía salvarlo. Pasaron dos horas y resignado comenzó a pensar que lo más cercano que tenía era la muerte y además de la manera más increíble que cualquier ser humano pueda pasar, por una simple distracción y por el momento que se dio ya que apenas quedaba gente en el edificio y por supuesto que por ese lugar nadie pasaba a esa hora.

Resignado casi a morir sucedió el milagro. La puerta se abrió y en ella apareció el conserje del edificio: Señor, nunca he venido a este lugar ya que mi función no es en esta área pero ha sucedido algo que me llamó la atención, llevo en este empleo 30 años y durante los últimos años ha habido una sola persona que cuando entra a trabajar me saluda y que cuando sale de su trabajo siempre se despide, me da las buenas noches y le pide a Dios que me bendiga, por ello hoy escuché el saludo de la mañana pero pasaba el tiempo y faltaba el saludo de despedida y las buenas noches, por eso me preocupé y lo he buscado por todo el edificio porque esa persona es usted.

A veces el mundo moderno o la ajetreada vida de hoy nos lleva a cometer muchos errores, pero uno de ellos que es imperdonable es aquel por el que “invisibilizamos” a las personas. No sabemos qué nos podrá suceder mañana, pero lo que sí sabemos es que lo que sembremos hoy, mañana lo recogeremos. Al protagonista de nuestra historia le salvo el haber sembrado durante los últimos años, cordialidad hacia alguien que nadie lo veía que era el conserje de la empresa. Y fue ese hombre invisible para los demás, pero no para nuestro amigo quien le salvo la vida.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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