-Debo irme-Me susurró al oído pero volvió a apretarme contra su cuerpo. Escondí la cabeza en su pecho y aspiré su olor.
-Lo sé-Dije yo, también en un susurro.
-Lo siento-Podía sentir el dolor en su voz-Lamento no se capaz de ofrecerte más que esto.
-No te disculpes-Le pedí mientras cerraba los ojos y le daba un beso en el cuello-Soy consciente de que no me debes nada. Me aferré a ti aún sabiendo que no serías mío jamás.
-Lo siento-Volvió a susurrar. Me apartó con delicadeza y salió de la cama dejándome totalmente vacía… otra vez.
-Adiós-Dije pero mi palabra se la llevó el viento pues ya no había nadie. El se había ido… se había ido junto aquella mujer a quien sí podía ofrecerle una vida: su esposa.