La ventaja que tienen los amores en la edad madura es que cada uno sabe muy bien lo que quiere y lo que tiene que ofrecer al otro.
Lo más curioso de los amores de madurez es que surgen sin que nadie lo espere. Es común que muchas personas hayan pasado por varios fracasos afectivos y que, incluso, llegaran a pensar en la idea de poner una cerradura en su corazón para dejar de sufrir. Sin embargo, como ocurre en muchos casos, cuando no se espera nada todo llega y, de pronto, acontece ese encuentro casual, esa conversación sin importancia que, poco a poco, va conectando mundos, universos enteros.
Somos todo lo vivido, todo lo sentido, valorado y perdido.
La memoria no olvida, la memoria trasforma e integra.
De ahí, que los amores en la edad madura se conviertan en esas relaciones sabias y plenas donde la pareja acepta todo su pasado porque le ha servido para saber qué desea en el presente y qué no está dispuesto a soportar.
Son dos personas que se encuentran con sus triunfos y con sus heridas personales y que, a su vez, comprenden que para ser pareja no hace falta coincidir en todo, sino respetar las diferencias. Los amores en la edad madura tienen equipajes particulares pero, lejos de esconderlos, pueden hablar de ellos con la complicidad de dos personas que se entienden y que, a su vez, respetan el pasado de cada uno.
Las parejas que han encontrado la felicidad en la edad madura saben y entienden que están en el mejor momento de su vida, no añoran el pasado ni temen al futuro. No hay mejor forma de disfrutar del presente que a través de un amor que nos ilusiona, que nos une a la tierra y a nosotros mismos. Es como encontrar lo que siempre habíamos soñado y por ello, vivimos en plenitud el “aquí y ahora”, fortaleciendo así nuestra autoestima.
Cuando llegamos a la madurez, hemos pasado ya por muchos ciclos: podemos habernos casado o no, haber tenido hijos o no, haber afrontado un divorcio o no.
Ahora bien, después de todas esas vivencias uno llega a saber muy bien lo que desea. Se dispone de una gran tranquilidad personal porque, al fin y al cabo, los años suman y a todos nos “hacen personas” y eso es un valor añadido que podrá hacer que las relaciones, si elegimos tenerlas en la edad madura, se vivan de otra forma.
La eterna juventud reside también en la capacidad de amar
Ser joven de corazón es una virtud que debemos trabajar cada día, empezando, sin duda, por amarnos a nosotros mismos.
A su vez, si damos el paso y decidimos iniciar una nueva relación llegada la edad adulta, esa inyección de juventud nos invadirá por dentro, llenándonos de revoltosa ilusión, pasión, ganas, proyectos y emociones muy vivificantes.
El amor no tiene edad, ni raza, ni color. Pocas cosas son tan universales como esas almas que se iluminan estando una al lado de la otra para iniciar un camino en común.
Si bien es cierto que con los años la inteligencia y la reflexión caracterizan a la mayoría de las personas, todos disponemos de ese interruptor sin edad llamado pasión, llamado amor. Esa dimensión maravillosa que se encuentra de forma casual y por la que merece la pena luchar cada día.
DEL MURO DE Marcela DI Nenno….

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