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El club de los corazones solitarios. ( Capitulo 17 )

Capítulo 17.

Una semana después llegó el momento de acudir al baile y todo era un total y completo desastre.

¿En qué había estado pensando? La mente me corría a toda velocidad. ¿Por qué le había dado tanta importancia al hecho de acudir a la fiesta de antiguos alumnos? ¡No podía presentarme en público con aquella pinta!

Escuché unos golpes en la puerta de mi cuarto de baño. Era Diane.

—Vamos, Penny, ¿qué haces ahí metida? Nos morimos por verte.

Estaba convencida de estar sufriendo un ataque de pánico.

—Sí, un segundo…

Traté de ajustarme el vestido por enésima vez, si bien resultaba inútil. De ninguna manera podía salir de casa así. Quería entrar en el baile con la cabeza bien alta. Hubiera jurado que, en la tienda, me sentaba mucho mejor. Noté que una capa de humedad se me concentraba alrededor de los ojos. Genial, no sólo tenía un aspecto ridículo, sino que también iba a echar a perder el maquillaje al que Diane había dedicado tanto tiempo.

—Penny Lane, ¡sal de ahí ahora mismo! —gritó Diane, forcejeando aún más la puerta.

De acuerdo: eran mis amigas, tenían que ser sinceras. Decidí salir a ver qué tenían que decir. Quizá mi actitud fuera un poco exagerada.

O quizá me iba a poner a vomitar.

Abrí la puerta…

—¡Ta-chán! —hice lo posible para efectuar una entrada espectacular, si bien no fui capaz de mirarlas a los ojos.

—Penny, estás preciosa —Diane sonreía, satisfecha—. Estoy tan acostumbrada a verte con camisetas y pantalones… Pero ¡mírate! —saltaba arriba y abajo. Nunca había visto a ninguna persona tan emocionada por ir a un baile… con un puñado de amigas.

—Y mírate ese pecho. ¿Quién iba a imaginar que tenías semejante delantera?

Diane golpeó a Sisa en el brazo.

—Ya lo sé —repuse yo—. Estoy horrorizada. No tenía esta pinta cuando me lo probé. Puede que sea el sujetador —bajé la mirada y lo único que pude ver fue el escote.

—¡Por favor! —replicó Diane—. Tienes un cuerpo de escándalo; hay que empezar a enseñarlo.

—Es verdad. Penny desvaría —intervino Zoe—. ¿Te imaginas la suerte que

tienes por no tener que vigilar lo que comes?

Diane se acercó a mí y se puso a retocarme el peinado.

—No te preocupes, estás impresionante. Además, no es tan malo como piensas. Mírate el cuerpo entero en el espejo, no sólo el pecho. Eres una preciosidad.

Al llegar al instituto, volvimos a retocar nuestro peinado y maquillaje. Me encontraba más segura con mi conjunto y, aunque odiaba reconocerlo, una parte de mí se moría por ver la reacción de algunos de los chicos.

Sentí la vibración de la música antes incluso de que abriéramos la puerta principal. Aceleré el paso, de pronto deseosa de llegar al gimnasio y acabar de una vez con la entrada triunfal. Me apresuré a acceder al interior, sin saber bien qué esperar. Al menos, nadie se reía ni nos señalaba.

Entonces, lo escuché: el típico chillido agudo y penetrante de las adolescentes cuando se divisan unas a otras en un evento formal.

—¡AAAMMMMMYYYYYY! ¡Qué guapísima estás!

—OHDIOSSANTODANIELA, ¡lindo vestido!

—¡Mírate!

—¡No, mírate TÚ!

—Vete de aquí. No me puedo creer que te hayas puesto ese color.

—No, vete TÚ.

Viki, que al final se presentó con pareja, se quedó mirándonos a las seis y comentó:

—Chicas, así que vais en serio con lo del club, ¿eh?

—Pues claro que sí —respondió Diane con tanto entusiasmo que pensé que, seguramente, era la más emocionada del grupo.

—Bueno…, me alegro —Viki se envolvió con un chal su delgado cuerpo—. Creo que jamás podría hacer una cosa así; pero me alegro por ustedes, chicas.

Diane me agarró del brazo.

—Venga, vamos a bailar.

Capítulo 17. Parte 2.

Las seis nos abrimos camino hasta la pista de baile y empezamos a movernos al ritmo de la música. Algunas amigas se sumaron a nosotras. La música estaba demasiado alta para mantener una conversación, pero me encontré a mí misma hablando de nuestro club cada vez que otra persona se nos unía.

Me di la vuelta y me sorprendió ver que nuestro grupo de seis se había duplicado. Viki se había sumado a nosotras, junto con varias alumnas de primero y de segundo de bachillerato.

Después de una hora de bailar sin descanso, me tomé un respiro para ir al baño y asegurarme de que me quedaba algo de maquillaje. Me lo estaba pasando tan bien que casi me había olvidado de las parejas del baile. Sonreí al pensar en la cantidad de chicas que estaban pasando más tiempo en la pista con nosotras que con sus respectivos acompañantes.

Marisa Klein, la reina de la fiesta, estuvo tanto rato con nuestro grupo que su

novio, el rey de la fiesta, Larry Andrews, la separó por fin de un tirón para poder bailar con ella.

Jessica Chambers y su novio tuvieron una pelea, ya que él la acusaba de no prestarle atención. La verdad es que se peleaban por casi todo. A él no conocía bien, puesto que iba a otro instituto; pero sabía que Jessica se merecía a alguien mejor.

—Me da la impresión de que, esta noche, somos nosotras quienes atraemos las miradas —comentó Sisa entre risas mientras regresábamos a la pista.

Entonces, el dj cambió la música pop por una balada, y Sisa y yo nos quedamos inmóviles, sin saber qué hacer, mientras las parejas empezaban a pasar nuestro lado cogidas de la mano.

—Mmm, ¿le apetece algo de beber? —preguntó Sisa cuando las demás se unieron a nosotras.

Las seis hallamos refugio alrededor de una mesa, donde sentí no poco alivio al encontrar asiento y descansar los pies.

—Oh, Dios santo, Diane —dijo Sisa, inclinándose por encima de la mesa—. ¿Has visto con quién está Niall?

«¡¿¡CON QUIÉN!?!».

Desplacé los ojos con aire despreocupado para buscarlo. Había estado tan absorta con el club que ni siquiera había reparado en su presencia.

—Tranquilas, chicas —respondió Diane. ¿Tranquilas? ¿Es que se había vuelto loca?—. Ya sabía que vendría con Missy. Ningún problema.

¿En serio? ¿Por qué Diane se lo tomaba con tanta calma? Por fin, me di cuenta.

—Un momento, ¿Missy Winston? —dije yo—. ¿Esa de tercero que le tiró el refresco encima a Viki? ¡Tienes que ser una broma!

—En serio, Penny, no es para tanto. Por lo visto, Missy le pidió salir después de un partido de fútbol americano contra Poynette. A Niall le desconcertó un poco lo atrevida que era, pero parece ser que la persona que quería como pareja tenía otros planes.

—¿A quién se lo iba a pedir? —por algún motivo, el corazón me golpeaba en el pecho.

—No me lo dijo. Le expliqué que ya no salgo con chicos, de modo que no veo por qué piensa que me molestaría.

La actitud de Diane era mucho más madura de lo que habría sido la mía. Me levanté y decidí que había llegado el momento de dar una vuelta. Erin Fitzgerald me estaba contando una historia sobre la obra de teatro del instituto cuando noté un golpecito en el hombro.

Me giré y casi me quedé sin aliento. Niall llevaba un precioso traje negro con camisa azul celeste y corbata azul, que resaltaban aún más el color de sus ojos.

—Hola, Penny. Estás preciosa.

—Hola.

Noté que bajaba la mirada a mi escote y, rápidamente, la volvía a subir. Las mejillas se le sonrojaron y se aclaró la garganta.

—Bueno, por lo que se ve, lo están pasando muy bien esta noche. Ahora

entiendo por qué decidieron asistir en grupo —se inclinó hacia mí y me puso la mano en la parte baja de la espalda—. Aunque, entre tú y yo, el hecho de que las mejores chicas del instituto hayan acordado venir juntas al baile nos lo ha puesto muy difícil a los chicos a la hora de elegir pareja.

«¡Por favor! El típico coqueteo vacío de siempre», dije para mis adentros.

—Bueno, ya sabes…, tenemos que hacerlos sudar un poco —le propiné un suave puñetazo en el hombro, de una manera un tanto coqueta; pero, al final, el golpe fue más fuerte de lo que pensaba.

—¡Ay! —exclamó Niall—. Santo Dios, Penny, ¿quién iba a imaginar que tenías tanta fuerza?

Bueno, la cosa marchaba bien.

Nos miramos en silencio el uno al otro mientras la música volvía a cambiar a una balada.

Niall se pasó los dedos por el pelo.

—Oye, Penny, ¿le importará a tus parejas que bailes conmigo?

Antes de que pudiera responder, se escuchó una aguda voz.

—No, pero sí le importa a TU pareja.

Niall se puso incluso más nervioso que antes.

—Ah, hola, Missy. No sabía cuándo ibas a volver. Mmm, conoces a Penny, ¿verdad?

Missy me miró de arriba abajo con evidente desaprobación. ¿Por qué se enfadaba? Rodeó con sus brazos la cintura de Niall y traté de reprimir la risa cuando vi que Niall daba un gruñido.

—Sí, he oído hablar de ti. ¿No es tu padre uno de los Rolling Stones o algo parecido?

«Tienes que estar de broma».

—Me llamo como un tema de los Beatles. Penny Lane.

Missy se quedó mirándome como si yo fuera una especie de lunática.

—Lo que tú digas —se limitó a responder—. Niall, me encanta esta canción. Vamos a bailar —lo agarró de la mano y lo arrastró hasta la pista de baile. Para ser un palillo de metro y medio carente de alma, tenía la fortaleza de un centenar de defensas de la liga norteamericana.

La furia y el resentimiento empezaron a bullir en mi interior. Una parte de mí quería interrumpirlos. Sólo para fastidiar a Missy.

Pero había abandonado aquel juego. Estaba con mis chicas.

Aunque me reventaba que Missy hubiera ganado aquel asalto.

REVOLUTION.

“We all want to change the world…”

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