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El club de los corazones solitarios. ( Capitulo 14 )

Capítulo 14.

Gracias a Dios, Zayn Malik era un desastre en las clases de Español. Llevaba toda la semana tratando de ligar conmigo y pedirme que le acompañara a la fiesta de antiguos alumnos; pero como hablaba tan mal en español, me limitaba a mirarlo, desconcertada, y fingía no saber de qué me estaba hablando. Y como era muy malo en el idioma, se lo creyó. El jueves por la mañana, justo antes de que sonara el timbre, di comienzo a mi habitual costumbre de coger los libros a toda prisa y salir corriendo del aula. —¡Eh! Margarita, espera —Zayn me agarró del brazo antes de que tuviera oportunidad de lanzarme al pasillo. —¿Sí? —traté de fingir sorpresa. —Tengo que hablar contigo —Zayn me siguió al pasillo—. Estaba pensando… El asunto tenía mala pinta. —… que tú y yo deberíamos, ya sabes, ir juntos a la fiesta. Se detuvo en mitad del pasillo y me miró. Aunque era bastante más alto que yo y pesaba un montón de kilos más, se mostraba de lo más cohibido. Me hizo sentir tan mal que casi acepté. Casi. —¡Vaya, Zayn! —procuré mostrarme asombrada—. El caso es que ya he hecho planes para la fiesta. —¿Con quién vas a ir? —en su voz se apreciaba una nota de decepción—. ¿Con Horan? —¿Con Niall? No, ¿por qué iba a…? Da igual —eso me libró. —Todas las chicas del instituto están deseando que Horan las elija como pareja para la fiesta. Más vale que se lo pida a alguien cuanto antes —se cruzó de brazos con aire impaciente. —Ya. Bueno, verás, no voy a ir con un chico, sino con unas amigas, nada más. —¿Y eso por qué? —parecía desconcertado—. Mira, Penny, si no te apetece acompañarme, basta con que me lo digas. —No, no es eso, de verdad. Ya he… —Vale —Zayn se alejó caminando. «Bueno, no ha ido tan mal». A pesar de la reacción de Zayn, por primera vez desde mi llegada al instituto esperaba con ilusión la fiesta de antiguos alumnos. Cada vez que me preguntaban con quién iba a ir respondía la verdad, sin importarme que a la gente le extrañara el hecho de que un puñado de chicas acudiera en grupo. —Eh, forastera, ¿es que ya no te acuerdas de dónde está tu taquilla? —me dijo Niall después de clase. —Sí, bueno, yo… —Está bien. Lo entiendo. Ignoraba por completo a qué se refería. Yo había estado evitando rondar por mi taquilla para no tener que aguantar a Zayn. Seguí sacando los libros, pero Niall no se movió. —Zayn me lo ha contado. Me giré y apoyé la espalda en la taquilla. —¿Hasta qué punto me odia? Zayn se desplazó y apoyó la cabeza al lado de la mía. —No es para tanto. Le dije que de verdad ibas a ir a la fiesta con unas amigas. Lo siento. —¿Por qué ibas a sentirlo? Una sonrisa se le extendió por el rostro. —Bueno, me imagino que volverá a querer ligar contigo una vez que la fiesta haya pasado. —Entiendo. —En todo caso, deberías ser tú quien me pidiera disculpas. —¿Por qué? Niall abrió su mochila y empezó a meter objetos en su taquilla. Fingía no oírme. —¡Eh! —le propiné un puntapié en la pierna—. ¿Qué he hecho? Quiero decir, no tengo ni idea de qué me hablas, puesto que soy una enferma y todo lo demás… —Habría estado bien que advirtieras a Malik de que no estás en el mercado. —Qué bien suena: «No estás en el mercado». Ya sé que Zayn me ve como un trozo de carne; pero esperaba un poco más de ti —me burlé. —Me cuesta creer que tenga que enterarme de tus cosas a través de Diane. —¿Y qué te ha dicho Diane, exactamente? Se mostró confundido. —Que van a ir juntas a la fiesta. ¿Es que hay más? Negué con la cabeza. —No, nada más. Eso es todo. El viernes por la noche asistí con Zoe al concierto de Louis. Nunca me había sentido tan fuera de lugar. Examiné la sala y no vi más que piercings, raya de ojos negra y melenas sucias. La expresión de todos los presentes parecía indicar que preferirían estar en cualquier otro sitio. Bueno, pues ya tenía algo en común con ellos. Zoe me agarró del brazo. —Creo que deberíamos colocarnos delante; no excesivamente cerca, pero a poca distancia. Nos abrimos camino hasta la parte delantera del taller de coches que hacía las veces de sala de conciertos. Pensé que Louis vería a Zoe sin problemas; sólo había unas treinta personas en total. Zoe metió la mano en su bolso y se aplicó otra capa de pintalabios rojo. Se produjo un movimiento en la parte delantera a medida que la banda llegaba al escenario: Pete Vaughn, sentado a la batería, empezó a girar las baquetas en el aire; Brian Silverman y Trent Riley efectuaron su entrada con sus respectivos instrumentos: la guitarra y el bajo, y Louis irrumpió con su guitarra. De inmediato, la banda se estrenó con London Calling, de The Clash. Me sorprendió que Louis, tan tímido en clase, dominara el escenario. Se movía al ritmo de la música, manejaba al público a su antojo, y se comportaba como un experimentado profesional. Y la música no estaba nada mal. La canción terminó y todo el mundo se puso a lanzar ovaciones. —¡De acuerdo! —Louis agarró el micrófono—. Ya está bien de versiones. Tenemos una nueva canción que vamos a interpretar para ustedes. ¡Venga esos aplausos! Era la mayor cantidad de palabras que le había escuchado pronunciar nunca. —Ay, me muero de ganas de escuchar las novedades. Louis escribe las letras de todas las canciones —Zoe se quedó mirándolo como un cachorro enamorado. Louis empezó a puntear. Su melena castaña le caía por los ojos al sacudir la cabeza de atrás adelante. El resto de la banda se unió a él, y me descubrí bailando al ritmo de la música. Había algo intenso en el compás. Miré a mi alrededor y vi que todo el mundo agitaba la cabeza al ritmo del bajo. Mientras cantaba por el micrófono, su voz me sorprendió: tan clara, tan potente y, en cierta forma, tan hermosa. La letra era mucho más profunda de lo que me habría imaginado. Louis cerró los ojos y alargó la mano en dirección al público: «Then I see you on the street in his arms,…». A pesar de que Louis era un chico, me empecé a preguntar si habría estado equivocada con respecto a él. No en cuanto a la parte de ser la escoria de la Tierra por el simple hecho de haber nacido varón, sino porque, durante muchos años, lo había desechado sin pensármelo dos veces. ¿Acaso había permitido yo que su aspecto y su timidez eclipsaran lo que, por momentos, iba quedando a la vista?

Capítulo 14. Parte 2.

Louis Tomlinson es un prodigio musical. Una vez que la banda hubo terminado su última canción, Zoe se giró hacia mí y declaró: —Las promesas hay que cumplirlas. Podemos irnos. Nos dispusimos a salir, pero un grupo de gente nos lo impedía. Decidí atajar por un lateral del escenario, entonces me tropecé con el cable de un amplificador. —¿Estás bien? —una mano me sujetó para que recobrase el equilibrio. Levanté la mirada. —Sí, gracias, Louis. Un concierto magnífico. —Gracias, Penny —respondió con una sonrisa tímida—. Me he puesto un poco nervioso al verte aquí. «¿En serio?». —¿En serio? —Sí —noté que se sonrojaba por detrás de la cortina de pelo—. Verás, te llamas como una canción de la banda de rock más grande de todos los tiempos. —¡Ah! —solté una carcajada—. Mmm, conoces a Zoe, ¿no? —señalé a mi amiga, que trataba de ocultarse a mis espaldas. Y eso que me había propuesto no ejercer de casamentera. —Sí, hola —dijo Louis, mirando al suelo. —Hola —respondió Zoe, también mirando hacia abajo. —Eh…, ¿así que es aquí donde ensayan? —pregunté, tratando de que la situación no resultara tan violenta. Louis asintió con la cabeza. —Sí, por las noches —no levantó los ojos. —Ajá. Bueno, qué… interesante. Zoe me propinó un codazo. —Mmm, bueno, un placer hablar contigo… Louis asintió de nuevo y, levantando los ojos un instante, sonrió. —¡Me voy a morir! —gritó Zoe a medida que abandonábamos el garaje—. Qué vergüenza he pasado. No podía haber mostrado menos interés por mí. —Es tímido, nada más —le aseguré, sólo convencida a medias de que fuera la razón. Zoe abrió las puertas de su coche y nos montamos. —Penny, ¿sabes desde cuándo me gusta Louis? Negué con la cabeza. —Desde tercero de secundaria. Dos años. Por fin, decidí que este curso iba a hacer algo al respecto. Está en el último curso, así que el tiempo se agota. Pero salta a la vista que no le importo —Zoe apoyó la cabeza en el volante—. ¡Me da tanta vergüenza! —No tienes de qué avergonzarte. No necesitas a Louis para… Me interrumpí. No me apetecía hacer una reconstrucción de nuestro almuerzo de principios de semana. —¿No lo necesito para qué? —Zoe me miró, expectante. —No lo necesitas. Zoe asintió con lentitud. —Tienes razón. No lo necesito. Ya he desperdiciado demasiado tiempo por su culpa —suspiró—. Oye, ¿queda sitio en tu club para otra socia? Sonreí. —Desde luego. ¿Tienes algo que hacer mañana por la noche?

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